el ferry de la fé: navegando por las realidades virtuales de la fe

Introducción:

Imagine un mundo donde la fe sea un juego de realidad virtual. Cuando era niña, estaba fascinada y esperaba ansiosamente mi misión de correr la voz. Mi autismo hizo de esta misión mi mundo: un enfoque singular en el que creía que estaba desempeñando un papel fundamental.

Embarcándose en la Misión:

Cada himno que cantaba cuando era niño se sentía como un paso adelante en esta gran aventura espiritual. Cuando finalmente me embarqué en mi misión de dos años, fue mi rito de iniciación. En mi opinión, yo era un héroe en una narrativa divina, con la tarea de guiar a los ‘humillados’, aquellos a quienes mi iglesia consideraba listos para nuestro mensaje.

Enfrentando la realidad en un país ‘difícil’:

Servir en un país calificado como “difícil” por mi iglesia era como estar en el nivel más difícil de un juego de realidad virtual, pero sin los códigos de trampa. Trabajé incansablemente para ‘plantar semillas’, pero los resultados no fueron tangibles. Esto fue un marcado contraste con las historias de otros misioneros en áreas más receptivas.

Desilusión y traición:

El juego se volvió amargo cuando un miembro de alto rango de la iglesia me traicionó, lo que me llevó a la bancarrota. La misma institución a la que había dedicado mi vida y mis ahorros me dio la espalda. Esta traición fue un fallo en la realidad que había conocido, destrozando el mundo virtual en el que vivía.

Una nueva batalla: vida militar y luchas internas:

Buscando una salida, encontré refugio en el ejército, interrumpiendo mis estudios universitarios. Aquí me enfrenté a un tipo diferente de desafío, uno que puso a prueba mi resiliencia de nuevas maneras. Sin embargo, la batalla más desalentadora fue interna y tuvo que ver con mi sexualidad y la respuesta condenatoria de la iglesia.

Reiniciando la identidad: liberación y aceptación:

Años de terapia me ayudaron a desmantelar las creencias degradantes arraigadas en mi iglesia. Fue como depurar un programa de realidad virtual complejo y encontrar mi verdadero yo en el código. Mis hijos y yo dejamos la iglesia y encontramos libertad y aceptación fuera de sus límites.

Conclusión:

Hoy me siento liberado de la culpa y la vergüenza que una vez me impusieron. He aprendido que las doctrinas repetitivas de tales instituciones pueden atraparte en un bucle virtual. Es esencial cuestionar y evaluar críticamente estas creencias. Mi viaje de creyente virtual a buscador de verdades reales ha sido arduo, pero es un camino hacia la paz y la aceptación genuinas.

Te invito a compartir tu viaje. ¿Alguna vez te has sentido atrapado en un sistema de creencias “virtual”? ¿Cómo encontraste el camino hacia la realidad?

Este es OddlyRobbie

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